por Esly Regina de Carvalho, Ph.D.
Una de las condiciones comunes que hemos observado en nuestros líderes es el agotamiento emocional, llamado, en inglés, de burnout (literalmente, “quemado”). Ron McLain lo define como “un estado de agotamiento físico, mental y emocional, que se caracteriza por un cansancio constante y crónico, sentimientos de abandono y falta de esperanza, desarrollo de una autoestima negativa y una actitud también negativa con relación a su trabajo, a su vida y a las otras personas”.1
Según él, algunas causas para el agotamiento en nuestro liderazgo son:
- Cuando hay una distancia entre las expectativas idealistas y la dura realidad que se tiene de enfrentar. Muchos entran en el ministerio con lindos sueños, pero la realidad es que el trabajo es duro, esgotante, mucho para una persona solo, y, a veces, acompañado de una persistente sensación de soledad.
- El vicio del trabajo: los workaholics son personas tan dependientes del trabajo como el alcohólico de la bebida. Son muy admiradas, pero la verdad es que el motor que las mueve viene de una fuente equivocada.
- Muchos sienten una falta de adorno para tareas aplastadoras que les desafían.
- Otros se ponen desanimados por tienen de manejar constantemente con problemas y conflictos.
- Aquéllos, cuya autoestima depende derechamente del resultado de su trabajo, acaban teniendo de manejar una auto-imagen perjudicada por las dificultades que enfrentan.
- Algunas personas llevan todo tan en serio que se olvidan de reírse, divertirse y disfrutar lo que Dios ha dado.
- Para muchos líderes, la expectativa del que es necesito dar más de lo que recibir hace con que ellos carguen un enorme sentimiento de culpa cuando anhelan hacer o tener algo para sí mismos o para sus familiares.
- Cuando el líder si sienta mal paga y poco apreciado.
Síntomas
Entre los síntomas del agotamiento, podemos percibir:
- Energía apocada y una creciente dificultad en mantener un ritmo normal de vida.
- Sentimientos de fracaso en cuanto a su vocación y cuestionamiento con relación a su llamado al ministerio.
- Sensación de que la recompensa es pequeña con relación al mucho que se dio para el ministerio.
- Sentimiento de desesperanza e incapacidad de enxergar solución para los problemas.
- Cinismo y negativismo con respeto a sí mismo, a su trabajo, a los otros y al mundo en general.
Prevención
Para evitar el agotamiento es importante que encontremos nuevas disciplinas espirituales o nuevas formas de seguir las antiguas. Podemos innovar nuestra vida devocional: escribir nuestras oraciones en vez de hacerlas apenas oralmente, orar en voz alta mientras caminamos a solas, buscar un compañero de oración con quien sea posible compartir abiertamente.
Es importante también reservemos tiempo para quedarnos a solas. A veces estar solo es lo que nos ayuda a “recargar las batirías”. Hasta Jesus se retiraba de las multitudes para estar a solas.
Además, debemos dormir el suficiente y practicar actividad física. El pastor o líder no es superhombre. Necesita cuidar del “templo de Espírito Santo” tanto cuanto los demás.
Necesitamos también descansar y relajar sin culpa. Dios nos permitió fazê-lo.2
“Prestar cuentas” a otras personas también ayuda. Pidamos a Dios que coloque en nuestra vida confidentes: personas de confianza con quien podemos compartir cargas, tentaciones y sueños. Dividiendo la carga, ella se volverá más leve.
Debemos pensar de formas no usuales, buscar soluciones creativas — buscar soluciones, y no problemas.
Podemos programar también, semanalmente, hacer algo que nada tenga a ver con nuestro ministerio — hacer algo prazeroso, por el puro le gusta hacerlo.
Con a ayuda de Dios, todas ésas medidas nos ayudarán a precaver el agotamiento emocional y físico.
Anotaciones:
- Citado en el boletín eletrônico To Our Colleagues in Personnel, circulado por Ken Royers, de Link Care Center, Fresno, CA, EEUU. Agradecemos el permiso para publicación.
- ¿Vea, para que descansar? (Ultimato, mar./abr., p. 70).
Publicado originalmente por la Revista Ultimátum